Cuento: "Yo soy el robot" de Claudia Cárdenas

Título: Yo soy el robot

Autor: Claudia Gabriela Cárdenas Castillo

Categoría: 1ro-3ro de secundaria

Colegio: San Martín de Porres

Yo soy el robot

Es fácil de recordar, pero difícil de olvidar…

Esta es mi historia, la historia que me gustaría poder cambiar.

Fui credo para ayudar a adminitrar un proyecto revolucionario que cambiaría y ayudaría al medio ambiente, así alargar el tiempo de vida de nuestro planeta.

Trabaj’e durante varios anios dedic’andome exclusivamente a mejorar el proyecto. Hasta que un día decidieron echarme, puesto que ya era muy anticuado y obsoleto. Estaban decididos, me iban a desarmar, pero el Dr. Michael no lo permitió y me llevó con él a su hogar donde desde entonces hatsa el día de hoy le estoy muy agradecido, y para demostrárselo, trabajé en su casa, donde por muchos anios me encargué del ciudado del joven John, hasta que hace algunos meses que dejó el hogar para dirigirse a la universidad.

El día de hoy volverá, todos en la casa alistan todo para la gran bienvenido, ya que en la noche se realizará una gran cena para recibirlo a ‘el, su prometido, y a todos sus amigos.

Al cabo de varias horas, las puertas se abrieron y con una cálida bienvenida recibimos todo al joven amo John.

En ese momento tuve la dicha de conocer a Verónica, una muy linda muchacha que para mi mal, era la novia de mi amo.

A lo largo de la noche estuve al pendiente de todo lo que hacía, desde un roncón de la habitación observándola en silencio mientras ella creía y gozaba junto a los demás.

Al pasar uno días continué con mis labores, pero el recuerdo de Verónica no me dejaba tranquilo ni un minuto. Traté de olvidarla, mas no pude.

Así  pasaron los días, sin embargo para mi resultó muy difícil estar lejos de ella, por ello decidí hablar con ella directamente.

Era extraño, me encontraba entre la espada y la pared, en una situación difícil de solucionar, estaba enamorado y por desgracia era de una persona que nunca me podría corresponder. Ella sería la futura esposa de mi amo y yo sólo un simple pedazo de metal.

Así el tiempo transcurrió y yo me encontraba en un dilema mayor, cada vez que la veía me sentía extraño, no podía contenerme más y le dije que la amaba. Platicamos sobre ello un largo rato hasta que se marchó.

Toda la noche record’e la expresión que puso cuando le confesé mi amor. Pens’e que lo mejor sería alejarme de todos con ella.

Tomé mi decisión demasiado pronto y saqué de la casa todo lo que hiciera falta, me dirigí a su casa, la tome del brazo mientras dormía y me la lleve lejos, a una pequeña casa moderna que había en lo alto del bosque.

AL pasar unas horas encontró el lugar e in tentó derrumbar la puerta, golpeaba con mucha ira todos los seguros, sin embargo, no tuvo buenos resultados.

Salí de la casa, la tomé con un brazo y con el otro cerré la p uerta, no podía dejar que se llevara a Verónica.

Comenzamos a discutir, nunca fue mi intención hacerle daño, pero no me quedó de otra más que dejarlo tirado a un lado inconsciente mientras tanto yo cogí a Verónica, la amarré, le cubrí los ojos y la saqué tan pronto como pude.

Comenzaba a amanecer, el cálido despertar de un día de verano se aproximaba y o le dejé amarrada a una enorme caja de metal, mientras pensaba cómo deshacerme de  John.

Caminé y caminé hasta que John despertó y de manera molesta me comenzó a gritar, diciéndome “¿Dónde está Verónica, dámela, ella nunca será para ti, por favor, dámela…”

Me quedé pasmado al oír todo esto, pues era verdad, ella y yo jamás llegaríamos a tener algo verdadero.

Así que me dirigí donde Verónica mientras John se quedaba dormido lentamente.

En el momento en el que ella me vio, por sus ojos pude ver un gran miedo que sentía al verme. Intentando secarse las lágrimas me dijo: “Dime por qué haces esto, yo no soy para ti, mi corazón le pertenece a  John”.

Por mi mente corrió una inmensa ira, pero ella tenía razón, nosotros no fuimos hechos para estar juntos.

Me senté y le dije: “Eres libre, alejate rápidamente, antes de cambiar de opinión, vete y nunca le vuelvas a mencionar a John nada sobre mí”.

Desde lo alto contemplé el reencuentro entre Verónica y John, a mi mente vinieron pensamientos de alegría y tristeza.

Accidentalmente tuve tanta ira que aplasté un botón e hice que todo el lugar explotara.

Algunos hombres que se encontraban por ahí corrieron en busca de ayuda. Asó rápidamente pudieron sacarlos; pero ella estaba mal, al parecer empujo a  John y casi todo lo que cayó la aplastó.

Los llevaron al hospital más cercano, donde operaron a Verónica, sus pobres piernas quedaron sumamente lastimadas.

Al ver todo el daño que causé, salí tan pronto como pude y aquí estoy en una pequeña ciudad, lamentando todo lo que ocasioné.

Todo lo que hice, como me arrepiento, espero que algún día John y Verónica me puedan perdonar.

Espero que el sacrificio que hice haya servido de algo, sino de nada sirve seguir aquí.