Cuento: "Un amor automático" de Alessandra Carpio

Título: Un amor automático

Autor: Anghelyn Alessandra Carpio Morales

Categoría: 1ro- 3ro de secundaria

Colegio: C.E.P. “Señor de la Misericordia”

 

Un amor automático

Comienza la historia tras 190 años, un robot vivía con el pensamiento que sólo podía servir a los seres humanos y que no podía realizar los sueños que tuvo desde su creación.

Los humanos habían evolucionado en su forma de pensar sobre la realidad de la vida, estos eran fríos y dependientes de las diversas creaciones que realizaban, como robots, automóviles que se conducían solos, etc.

El protagonista de nuestra historia se llama Billytrom, cuando fue creado ocurrió una tragedia, el científico que lo creo falleció antes de que Billytrom aprendiera a caminar, hablar o a obedecer a los humanos.

Cuando falleció el científico, Billytrom se quedó conectado a una caja de energía, abandonado en una casa gigantesca, solitario, viendo como los días pasaban sin poder hacer algo, el tiempo seguía, la tecnología avanzaba cada día más, pero Billytrom seguía abandonado.

Un día como cualquier otro un niño llamado Marco se dirigió a la gigantesca casa, al ver que nadie abría la puerta, entró sin permiso y sintió que desde ese momento sucedería algo especial.

Marco entró a la casa vieja, sucia, maltratada y escalofriante, primero sintió temor como cualquier otro niño, pero después la curiosidad invadió su mente.

Se dirigió al piso más alto de la casa y vio a lo lejos pequeñas luces que se prendían y se apagaban, Marco se acercó cautelosamente, asombrado se dio cuenta que había un pequeño robot, en ese tiempo no es cosa de otro mundo ver a un robot, pero este era distinto, tenía un diseño perfecto nunca antes visto; Marco quería comunicarse, pero Billytrom no sabía hablar.

El niño todos los días iba a visitar a Billytrom, a ensenarle a hablar, caminar, aunque no podía realizar muchas cosas, ya que si lo desconectaban de la caja de energía Billytrom moriría.

Poco a poco Billytrom adquiría más conocimientos, él creía que no podía enamorarse, sentir miedo, tristeza, felicidad, sabías que nunca podría sentir la lluvia en su rostro, o calor y ese era el remordimiento, el pensamiento que sentía al estar solo por la noche viendo las estrellas.

Una noche Marco le contó una historia sobre una pequeña cajita, y la persona que encontrara dicha cajita sería premiada con un deseo, no importa qué pidieras, la cajita te lo cumpliría.

Billytrom quiso saber más sobre esa cajita, tenía curiosidad por descubrir qué había adentro de la cajita ¿Sería magia? ¿Era verdad? O tan solo era un mito perdido en el tiempo.

Esa misma noche Billytrom se quedó mirando las estrellas, pero tuvo una sensación rara, vio a la más grande de las estrellas y sintió un cosquilleo por todo su metálico cuerpo, se sintió un poco raro, como si tuviera mariposas que lo rodeaban.

Al día siguiente, le contó todo lo que había sentido el día anterior a Marco y este con una sonrisa picaresca en el rostro dijo: Eso es el amor.

En esa misma noche Billytrom continuó mirando a la misma estrella ¿Acaso un robot podía enamorarse de una estrella? Desde ese momento Billytrom llamaba a la estrella Mumú.

Todos los días la contaba a Marco lo que pensaba de Mumú, y lo que le decía en la noche, siempre sonaba si algún día podría estar cerca a Mumú.

Marco pensaba que Billytrom estaba enamorado de una ilusión, que nunca sucedería algo especial, primero porque un robot no puede enamorarse y menos de una estrella.

Por una semana Marco dejó de visitar a Billytrom y el enamorado robot sólo tenía a Mumú como compañera.

Una mañana muy nublada y lluviosa apareció  Marco corriendo para visitar a su amiga; cuando volvieron a estar juntos, Marco le dijo que tenía una grave enfermedad que le impediría caminar y mover los brazos, la única cura era un aparato muy especial, pero que era casi imposible utilizarlo porque requería gran cantidad de energía.

Ambos pensaron que ese era el adiós, Marco tenía que estar en reposo por un largo tiempo mientras buscaban una cura más sencilla.

Billytrom sabía que al día siguiente vendría  Marco a despedirse, así que por la noche hablaba con Mumú, le contaba que estaría triste una vez más, no sabía qué hacer estaba desesperado por ayudar a su amigo, Billytrom estaba dispuesto a dar su vida por la salud de Marco, pero a la vez se sentía triste porque quería estar cerca de Mumú.

Al día siguiente pidió un favor a Marco, le pidió que trajera a médicos y científicos que le estaban ayudando con la cura de su enfermedad, pero todos tenían que estar junto a Billytrom en la noche del día siguiente.

Billytrom se pasó toda la noche pensando en la cura para la enfermedad de Marco, sabía que si no hacía algo rápido  Marco viviría postrado en una cama. Por un momento se sintió inservible, un ser inerte, hablando toda la noche con Mumú:

Billytrom” No sé qué hacer, por primera vez tengo un amigo y tengo mucho miedo de ya no volverlo a ver…

Pero Mumú seguía sin decir nada…

Billytrom: Tú eres una persona muy especial para mí, pero nunca me dices nada. ¡Porfavor ayúdame a encontrar una solución, no sé qué hacer! ¡Por favor ayúdame!

En ese momento ocurrió algo muy extraño, Mumú empezó a tisitar por toda la noche entonces a Billytrom se le ocurrió una idea…

Al día siguiente legaron todos en la noche, Billytrom se desprendió del cable que lo conectaba a esa gran caja de energía, los científicos sabían que sin la caja de energía de Billytrom no podían curar a Marcos, el niño empezó a llorar pero ya era demasiado tarde, Billytrom estaba perdiendo energía y dijo:

Marco, único amigo, perdón perdón por no haber sido un compañero con quien pudieras jugar, yo quiero que estés bien, y para eso necesitas la energía que me mantenía vivo, gracias por todo Marco…

En ese momento todos quedaron conmovidos y tristes, entonces Marco vio una gran luz que los iluminaba, ahí estaba en lo alto del cielo, Mumú, y a su lado una pequeña estrella nueva.

A Marco le empezó a latir el corazón fuertemente y se puso a llorar pero no de tristeza, sino de alegría porque sabía que ambas estrellas eran Mumú y Billytrom, acompañando a Marco en el largo camino que venía por delante.