Una energía de inseguridad es la que prevalece en la pequeña ciudad de Tegucigalpa en Honduras Centroamérica como producto de la desinformación que publican los principales medios de comunicación masiva que son dirigidos por una raquítica clase pudiente.
El desfile de titulares que encabezan los diarios son escritos con una indeleble tinta roja cuasi manchada de sangre, puesto que los asesinatos premeditados son parte del menú que alimenta a la opinión pública.
Las empresas de seguridad han incrementado sus ganancias debido a este ambiente de inseguridad que esboza cierta prensa que participa en la creación de este ambiente que atemoriza a toda una población que trata de sobrevivir a la pobreza y al desorden económico en que se encuentra Honduras.
Después del golpe de Estado es normal observar por las principales avenidas y calles de la pequeña Tegucigalpa a vehículos sin ningún tipo de identificación numérica y que van siendo conducidos por extraños sujetos que portan armas de fuego.
La velocidad con la que transitan estos vehículos no es la normal e infringir las normas de transito establecidas en un reglamento de tránsito es posible para ellos. El asesinato de ocho periodistas y otras personas que criticaban el cuestionado gobierno de Porfirio Lobo Sosa, han sido asesinados por vehículos que cumplen con las características arriba mencionadas.
Incitar a través de las letras de los diarios o mediante una fuerte entonación de vos en la radio y televisión de ciertos medios de comunicación de este país centroamericano, deja como resultado que la apología del odio se apodere de los receptores y que el medio impere en todas sus actividades diarias.
Algunos medios alternativos intentan hacerle oposición a este insidioso hecho que si bien no se aleja de la realidad, pero la acentuación con que lo publican estos medios de comunicación se acerca más a una propaganda fascista que un informe noticioso.
La comercialización de la inseguridad es un beneficio de lucro, cuyos actores cumplen al pie de la letra para beneficiar a las compañías de seguridad que ganan fuertes sumas de dinero cuando son contratadas por residenciales de la escasa clase media o empresas privadas que sugestionas por la exagerada campaña de violencia, invierten en vigilancia privada.
Esta pequeña ciudad de Tegucigalpa es sólo un pequeño ejemplo de lo que ocurre en sus vecinas ciudades, en donde los informes de prensa de muerte y los trágicos hechos de violencia son incrementados más de lo normal, creando así una mentira que se repite más de cien veces convertida en verdad, principio fundamental del fascismo.