Título: Una esperanza, un milagro
Autor: María Fernanda Salas Perea
Categoría: 1ro-3ro de secundaria
Colegio: Americano de San Borja
Dato de contacto: konata_akira@hotmail.com/
Una esperanza, un milagro
El fin del mundo, podría decirse, solo quedan 21000 humanos en el mundo, por eso los creamos a ustedes, robots humanoides, cyborgs y un larguísimo etcétera más para nuestras necesidades, ya que casi no quedan niño ni hombres por ese virus que por suerte, ya no existe. ¿Es esto deprimente? ¡No, todavía hay más!
-Dr. Robinson, sé que trata de ser optimista con este problema, pero, ¿no cree que debamos tomarnos esto con más seriedad? Ya casi no hay hombres y de las 18 8000 mujeres que quedaban 7000 ahora son cyborgs y 9000 murieron de hambre, así que quedaran 2 800 mujeres y sólo quedan 2 niños huérfanos, eso no es tan alentador, y lo peor de todo es que las que hacen todo el trabajo como nosotras- dije yo con un tono muy serio.
-¡Hey, aquí también hay hombres que trabajan! ¿No es así Rose?- dice Roberto en un tono medio molesto.
-¡Ah! Mmm, bueno, yo…mejor no opino, aunque solo 3 hombres se atrevieran a luchar por su planeta, aunque es obvio que hay más mujeres que hombres, por eso tenemos que defender a los hombres y a los niños y mujeres que aún sobreviven en este caos- dijo Rose en un tono muy tierno.
-Tienes razón Rose, no hay que perder las esperanzas, aún hay tiempo de salvar este planeta- empezó a decir Mart.
-Eh…hola Dorothy- empieza a decir Rose en un tono medio tímido.
-¡Ja, como siempre, la holgazana llegando tarde!- Robert empieza a hablarle a Dorothy en un tono muy arrogante.
-Mira idiota, yo no vine aquí para que me insulten así que cállate o te…
-Ja, y mira quién me quiere golpear, tú, una “sirvienta” de mi abuelo, tú no me puedes hacer nada, porque si tú me haces algo a mí, mi abuelo te despide y así….
-A ver, atrévete cobarde.
-ya basta de peleas, no me gusta verlos así- dice Rose algo desesperada pero sin perder su sonrisa.
-¡Chicos, ya dejen de pelear, por favor, es en serio, estamos perdiendo valioso tiempo y valiosas vidas con sus peleas de niños de 5 años!- dice Mart en un tono muy enojado.
-Ya, está bien- dice Roberto.
-Ok- dice Dorothy.
-Se ven mejor cuando están callados- empecé a decir yo, abrí mi bocota como siempre.
-No comiences María- dice Roberto algo molesto.
-Jejeje- empecé a reír internamente.
-Buenas, ahora alguna misión o qué- dijo Dorothy, en un tono algo cansado y malcriado.
-En eso estamos- dice Mart en un tono de voz bajo y muy serio.
-Bueno, la misión de hoy solo es rescatar a los 2 niños sobrevivientes, solo eso, nada más- dijo el Dr. Robinson.
-Eso será algo fácil comparado con las otras misiones- empieza a decir Mart en un tono muy alentador.
-Vamos, vayan ustedes y Roberto, tú te quedas aquí para ayudarme a construir un arma- dice el Dr. Robinson, también en un tono alentador.
-María, tú vienes conmigo en mi nave- dice Mart.
-Está bien- dije yo.
Antes de subir a la nace el comandante Mart me llamó para hablar de algo que no le había contado a nadie, y a la vez empezó a tomar té verde.
-María, tengo algo que contarte.
-¿Qué es? ¿De qué quieres hablar conmigo?
-Es sobre mi hermano menor, estoy seguro que uno de esos niño huérfanos es mi hermano.
-¿Estás seguro?
-Sí.
-¿Tu… lo quieres volver a ver?
-Sí, obvio, y yo quiero que estés conmigo para que lo conozcas.
-Gracias.
-No quiero que más gente sufra.
Él siguió tomando su té y tomó mi brazo como una señal de afecto, pero parece que Rose nos vio y se fue corriendo, es comprensible, ella parece sentir algo por él, aparte, ellos dos son humanos, y yo solo soy una simple cyborg.
Entramos a la nave para dirigirnos al desierto, no hablamos nada en el transcurso del viaje.
Ya una vez en el destino, encontramos al pequeño niño, pero no a la niña, de nombre Kinoko.
-Hola pequeño, >estás bien?- empecé a preguntarle al pequeño.
-No me hagan daño, no me hieran como a Dorothy.
-¡Dorothy!- ambos gritamos.
-¡Y Kinoko!-empezó a gritar Mart.
-Se la llevó una chica llamada Romina- dijo el pequeño.
-Ella ha avanzado más que todos, que interesante- empecé a decir.
-¡Hola, hola pequeño François!- empezó a decir una voz muy dulce.
-¿Rose?- dijo Mart asustado, ella ya no parecía la misma, era muy verla enojada y realmente está muy enojada.
-Aléjense de aquí, huyan y curen a Dorothy y a Kinoko, yo me encargo de los enemigos- dijo Dorothy en un tono muy serio.
-Pero no hay ningún enemigo aquí- dijo Mart.
-No en la superficie, debajo de la tierra, sí- dijo Rose.
-Los voy a defender, confíen en mí, soy muy fuerte- dijo Rose.
-Está bien, no más fallas- dijo Mart.
-¡Ya, váyanse!- dijo Rose.
Después de eso, Rose venció sola a la bestia, gracias a ella desapareció el virus mortal que mataban a las personas con hambre, lo más asombroso fue que le desierto se transformo en un prado lleno de rosas y diferentes flores, y ella no tuvo ningún solo rasguño.
Rose nos comentó que quería criar a Kinoko, ya que ella no tiene padres, el Dr. Robinson entendió y la dejo ir. Se descubría también que el planeta volvió a estar mucho mejor que antes, eso fue un milagro.
-Gracias Rose, cuida bien a Kinoko- dije yo.
-Cuídate- dijo Dorothy.
-Gracias por todo, cuídate- dijo Mart.
-Regresa pronto, cuídate- dijo Roberto.
-Gracias por todo Mart, cuida de tu hermano y de María, ¿sí?- dijo Rose casi llorando.
-No te preocupes, lo haré- dijo Mart.
Después ella se fue y se llevó al osito de François. François sí era el hermano de Mart.